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Control de plagas en la industria alimentaria: claves para cumplir normativas

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Control de plagas en la industria alimentaria: claves para cumplir normativas

Control de plagas en la industria alimentaria: claves para cumplir normativas

¿Por qué es tan importante el control de plagas?
Las plagas —como roedores, insectos o aves— pueden convertirse rápidamente en una amenaza para la seguridad alimentaria. No solo contaminan materias primas y productos terminados, sino que también son vectores de enfermedades y deterioran instalaciones, empaques y equipamiento.
En el caso de la industria alimentaria, las consecuencias van más allá de lo económico: la presencia de plagas puede derivar en sanciones legales, cierres preventivos, pérdida de habilitaciones y daños irreversibles a la imagen de marca.

Marco normativo en Argentina
En nuestro país, la legislación que regula la seguridad alimentaria establece estándares muy claros sobre el manejo de plagas. Entre ellos se destacan:
  • Código Alimentario Argentino (CAA): exige condiciones sanitarias estrictas para las instalaciones donde se manipulan alimentos, incluyendo un plan de saneamiento que contemple la prevención y el control de plagas.
  • Buenas Prácticas de Manufactura (BPM): dentro de este sistema, la gestión de plagas es un requisito obligatorio, evaluado en auditorías internas y externas.
  • Normas internacionales (HACCP, FSSC 22000, BRC, etc.): muchas empresas del rubro implementan estándares globales, que incluyen protocolos muy precisos sobre el monitoreo y tratamiento de plagas.
  • Cumplir con estas normativas no es una opción: es una obligación legal y ética que toda empresa del sector debe asumir.

Claves para un control de plagas efectivo
El enfoque actual en la industria se basa en la prevención más que en la eliminación reactiva. Por eso, un buen programa de control de plagas debe contemplar los siguientes puntos:
1- Diagnóstico profesional
Antes de actuar, es fundamental realizar un relevamiento de las instalaciones para detectar puntos críticos: accesos vulnerables, zonas con acumulación de residuos, grietas, drenajes sin sellar, entre otros. Este análisis permite diseñar un plan adaptado a cada espacio.

2- Monitoreo permanente
El uso de trampas, cebaderos y estaciones de control —debidamente identificadas y registradas— permite llevar un seguimiento constante. El monitoreo debe quedar documentado en registros accesibles para auditorías y controles oficiales.

3- Intervenciones seguras y autorizadas
Toda aplicación de productos químicos debe ser realizada por empresas habilitadas, con productos aprobados por organismos como SENASA y bajo protocolos que eviten la contaminación cruzada.
Además, se recomienda realizar las aplicaciones fuera de horarios de producción y extremar las medidas de limpieza posterior.

4- Capacitación del personal
El factor humano es clave: todo el personal debe estar informado sobre la importancia del control de plagas, reconocer señales de alerta y cumplir con los procedimientos establecidos. La capacitación continua es parte del sistema preventivo.

5- Registro y trazabilidad
Las empresas deben llevar registros detallados de cada acción: inspecciones, monitoreos, aplicaciones y acciones correctivas. Esta documentación no solo ordena internamente, sino que es indispensable ante auditorías de organismos reguladores o certificadoras.

Diseño higiénico: pensar los espacios desde la prevención
Una tendencia creciente en la industria alimentaria es la incorporación del diseño higiénico en la construcción o remodelación de plantas. Esto incluye:
  • Superficies lisas y fáciles de limpiar.
  • Esquinas redondeadas para evitar acumulación de residuos.
  • Sellado de aberturas y accesos para impedir el ingreso de plagas.
  • Instalaciones eléctricas y sanitarias protegidas.

Prever estos detalles desde el inicio evita muchos problemas futuros y reduce los costos de mantenimiento y control.

El control de plagas en la industria alimentaria no es una tarea aislada, sino parte integral de una estrategia de inocuidad y calidad. Implementar un plan preventivo, profesional y documentado es la mejor manera de cumplir con las normativas, proteger la producción y cuidar la confianza del consumidor.
En un sector tan regulado y sensible como el alimentario, la prevención es, sin dudas, la mejor inversión.